Un avión de las Fuerzas de Autodefensa japonesas que transportaba a 83 personas procedentes de Israel llegó al aeropuerto de Haneda en Tokio en las primeras horas del 21 de octubre.
En el avión viajaban sesenta ciudadanos japoneses y 18 surcoreanos con cinco familiares.
Una mujer de 47 años proveniente del centro de Israel con sus cuatro hijos expresó que estaba estresada ante el sonido de las explosiones de los misiles y el sobrevuelo de los aviones de combate. Su marido israelí decidió quedarse, diciendo que quería defender a su país, que fue atacado por Hamas desde el enclave palestino de Gaza. La mujer dijo que dudaba en abandonar Israel, pero decidió regresar a Japón para garantizar la seguridad de sus hijos.
Incluso con vuelos directos todavía operando entre Japón e Israel, el gobierno decidió considerar el peor de los casos y tomar medidas preventivas organizando la evacuación.
Actualmente, hay vuelos comerciales directos dos veces por semana entre los dos países, pero como el número total está disminuyendo, el 13 de octubre el gobierno decidió organizar un vuelo chárter y enviar aviones ASDF a Djibouti.
El gobierno japonés hizo consultas a Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Canadá, Australia, Filipinas, Taiwán y Tailandia para ver si alguno de sus ciudadanos quería evacuar a bordo del avión de las SDF. Pero sólo Corea del Sur aceptó la oferta de trabajar en conjunto en este aspecto.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón (MOFA) informó que unos 800 japoneses permanecen en Israel o en los territorios palestinos. El gobierno tiene dos aviones de transporte C-2 en espera, uno en Yibuti y el otro actualmente en Jordania, en caso de que la situación empeore aún más.
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