Grandes cadenas de ropa formal de Japón están adoptando medidas de cambios ante la pandemia del coronavirus.
La reconversión de los negocios llega cuando la pandemia está provocando el aumento del teletrabajo y menos demanda de trajes, abrigos, corbatas y otros atuendos formales.
Aoyama, una de las grandes cadenas de Japón que pronostica para el presente año fiscal que acaba en marzo una pérdida neta de 280 millones de dólares, planea cerrar locales (140 tiendas), reducir el espacio de sus tiendas y adelantar la jubilación de 400 empleados para hacer frente a la crisis causada por el covid-19.
Con la reducción de los espacios, la compañía espera atraer a operadores de oficinas compartidas y otro tipo de negocios como restaurantes y tiendas de conveniencia para obtener ingresos sostenidos.
Otra cadena, Aoki, ingresará en febrero al negocio de las oficinas compartidas y convertirá algunos de sus locales en complejos comerciales con gimnasios.
Aoki ya opera cibercafés y gimnasios y calcula que las ganancias de sus negocios de ocio superarán al de trajes y corbatas en marzo de 2023.
Por su parte, la marca Konaka ha lanzado un negocio de alquiler de automóviles que utiliza el espacio del estacionamiento de sus tiendas en zonas suburbanas.
Otro proveedor de ropa de negocios, Haruyama Holdings, ha acelerado el desarrollo de pequeños comercios junto a sus tiendas tradicionales como peluquerías y lavanderías.
Según una encuesta entre hogares del Ministerio de Asuntos Internos de Japón, el gasto anual promedio para trajes de oficina alcanzó su punto máximo en 1991 con 19.043 yenes por mes, pero en 2019 se había desplomado a 4.716 yenes. Con los efectos de la pandemia este gasto cayó a 1.313 yenes entre abril y noviembre de 2020.
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