El exembajador de Japón en Perú, Morihisa Aoki, falleció el pasado 9 de noviembre a los 85 años, tras llevar dos años en tratamiento por enfermedad, según confirmaron sus familiares. La figura de Aoki adquirió relevancia internacional durante el asalto y secuestro en la residencia del embajador japonés en Lima en 1996, un dramático episodio que vivió como rehén.
Aoki, que inició su carrera en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón en 1963, ocupó diversos cargos diplomáticos a lo largo de su vida, incluyendo el de director de la oficina de los Jóvenes Voluntarios de Cooperación en el Extranjero, un programa de la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA). Años después, se desempeñó como embajador en Perú y, posteriormente, en Kenia.
El 17 de diciembre de 1996, durante su estancia como embajador en Perú, Aoki fue tomado como rehén junto a más de un centenar de personas en un evento en su residencia, cuando miembros del grupo terrorista Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) irrumpieron y tomaron control del lugar. La crisis, que duró 127 días, tuvo repercusión mundial.
Durante el cautiverio, Aoki mostró entereza y diplomacia, y fue uno de los rehenes que finalmente fueron liberados el 22 de abril de 1997 gracias a una operación militar de fuerzas especiales peruanas.
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