En Japón, cuando se decide ir a la huelga, los sindicatos de trabajadores acuerdan con la empresa el día y la hora en la que se realizará un acto de protesta que apenas dura una hora, y que consiste en portar carteles y repetir eslóganes.
El objetivo es protestar sin afectar a la producción ni causar pérdidas económicas a la empresa porque, en Japón los trabajadores se sienten parte de la empresa y, en muchas ocasiones, entran dentro del sistema de decisión.
De hecho, es habitual que las personas, al presentarse a otras, lo hagan diciendo: “Soy Juan, de la empresa xx”. Para el trabajador japonés, es muy importante el sentido de pertenencia a la empresa donde trabaja.
MENOS HUELGAS EN JAPÓN
Luego de la Segunda Guerra Mundial, en las relaciones entre sindicatos obreros y patrones, se había llegado a la fórmula que se dio a llamar “shunto” (lucha primaveral), una expresión que empezó a sonar en 1955 y que fue arraigando a lo largo de los años setenta. Esta fórmula consistía en organizarse para concentrar en un corto período de tiempo, cada primavera, las negociaciones salariales que llevaban a cabo los sindicatos.
Desde mediados de los años setenta y hasta la fecha, el número de huelgas continúa descendiendo en Japón y el interés de la ciudadanía hacia ellas ha disminuido notablemente en las últimas décadas: en 1960 (1.053 huelgas), en 1970 (2.256), en 2010 (38) y en 2022 (33 huelgas).
Muchas serían las causas del descenso de las huelgas. Además de la fórmula de la negociación colectiva, se habría institucionalizado y arraigado el modelo que se denomina “roshi kyogi” (deliberación o consultas entre patrones y empleados), en el que ambas partes, empresas y sindicatos, dirigen sus esfuerzos a compartir información para favorecer el mutuo entendimiento y, finalmente, a la obtención de acuerdos salariales.
En síntesis, los trabajadores japoneses apuestan al diálogo y al acuerdo por sobre la conflictividad y el perjuicio hacia su propia fuente laboral.
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