En Japón, el ser “sensei” literalmente significa “el que ha nacido antes”, a partir de los caracteres kanji SEN (antes) SEI (nacer, vida) O bien desde la filosofía como el “que ha recorrido el camino”.
Para la sociedad japonesa a los “sensei” se los denomina así porque la única (y gran) diferencia que posee entre un alumno y un maestro es que éste ha nacido antes y posee tanto el conocimiento como la experiencia, y por esa razón puede enseñar.
Cuando en Japón una persona decide ser maestro de profesión, adquiere una mayor y gran responsabilidad para con el alumno, la familia y la sociedad. No se puede ser un simple transmisor de lo que debe enseñar, sino que hay que forjar mentes, con un alto y exigente nivel de humanidad, con un elevado índice de compromiso y moralidad y consciente que el ejemplo personal es una de las vías más importante a la hora de educar.
Un sensei enseña y educa. Debe ser de perfil modesto, sencillo, culto, austero, ético y justo. Son considerados parte fundamental del desarrollo de la sociedad japonesa.
Hace unos siglos atrás la labor de los maestros era considerada sagrada y estaba reservada a la clase samurai. Hoy, se la considera una de las profesiones japonesas más nobles, por eso a los maestros se les saluda o despide con una reverencia, señal de respeto entre los japoneses.
Entre los japoneses existe el dicho: “mejor que pasar 1000 días estudiando, es un día con un buen profesor”.
Lo más importante para los sensei es ser muy responsables con sus alumnos y brindarles las clases. Por este motivo no se concibe un paro de actividades educativas ante ningún reclamo, y menos por una cuestión salarial: actualmente es una de las profesiones mejor pagadas en el país, por lo que hay muchos solicitantes en cada puesto y sólo gana el mejor.
A esto, se agrega el pago de bonos adicionales, la capacidad de acelerar los ascensos profesionales y la idea de enfrentar retos hacen atractiva la tarea de enseñar hasta en las escuelas más pobres del país.
Los maestros japoneses están muy bien preparados y cada 10 años el gobierno realiza, a través de un examen, la renovación del certificado educativo. Esto implica autoexigencia y un alto grado de compromiso.
En materia de educación, actualmente Japón se distingue entre las naciones más activas y de excelencia: el 99% de su población sabe leer, escribir y realizar operaciones matemáticas. Por eso, el ser docente es una de las profesiones más respetadas y estimadas dentro de la sociedad japonesa.
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