Los organizadores de los Juegos Olímpicos de Tokio han tomado la decisión de que no haya espectadores en la cita olímpica tras una reunión mantenida este sábado 20 de marzo entre Seiko Hashimoto (presidenta de Tokio 2020), Thomas Bach (presidente del Comité Olímpico Internacional ), Andrew Parsons (Comité Paralímpico Internacional), Yuriko Koike (gobernadora de Tokio) y Tamayo Marukawa (Ministra japonesa a cargo de los Juegos). Precisamente, Marukawa fue la encargada de comunicar la noticia al finalizar la reunión.
“Esta decisión contribuirá a garantizar unos JJ.OO.. seguros para todos los atletas, participantes y para el pueblo japonés” dijo Seiko Hashimoto.
La medida, sin precedentes, que hará de los Juegos de Tokio los primeros en la historia que se celebren sin espectadores extranjeros, es un intento por reducir los riesgos de contagio del virus y para tratar de convencer a un público japonés escéptico de que los Juegos serán seguros.
Respecto a los espectadores japoneses, los organizadores comunicaron que la decisión final se tomará en abril, analizando la situación sanitaria del país.
“Nuestra prioridad es la seguridad de todos los participantes de los Juegos y, por supuesto, del pueblo japonés”, expresó Thomás Bach (COI).
Mientras que Parsons (IPC) agregó: “Trabajaremos aún más duro para asegurar más retransmisiones globales y cobertura digital que nunca antes, para que cualquiera que quiera ver los Juegos pueda hacerlo”.
Esta decisión afectará también al cuerpo de voluntarios de Tokio 2020, ya que el 10% de los cerca de los 80.000 voluntarios eran extranjeros que tenían previsto desplazarse a Japón.
Cabe señalar, que el Comité Organizador vendió 4,5 millones de entradas para los próximos Juegos de Tokio solo en Japón, pero recibió 810.000 solicitudes de devolución el año pasado tras el aplazamiento.
Se anunció que se devolverá el dinero de las entradas ya vendidas al público fuera del archipiélago, unas 600.000 para los Juegos Olímpicos y 30.000 para los Paralímpicos.
El retraso de un año por la pandemia ha elevado el presupuesto a 1,64 billones de yenes y lo convierte en los Juegos Olímpicos de verano más costosos de la historia.
